LAGRIMAS DE FUEGO
Valencia llora el alma de árboles quemados... y nos lanza gritos de auxilio, recordatorios de que esto no est an sólo un incendio más... que la dejadez de muchos está acabando con quien menos culpa tiene... la naturaleza llora y nosotros la barremos de un manguerazo... seguimos con nuestra ciega vida teñida de equipos de fútbol y carreras de formula 1... Siento pena... siento mucha pena... Y es que hace unos días miré al cielo y lo vi amarillento. No era normal. La vida se había puesto un filtro inquietante. Algo nos avisaba de que ese calor aplastante era algo más. Era un grito desesperado que venía de la distancia. Un aviso de un futuro incierto. Al día siguiente llegaron las lágrimas. Paseaba por la calle. Era una mañana más o una mañana diferente. Era pronto, muy pronto... sentí como si empezase a nevar. Una nevada que nada sabía de frío. Pequeños copos tímidos, temblorosos... Caían suaves, con paciencia y levanté la mirada. El color amarillo de la mañana seguía tiñendo