TODOS PIDEN PERDON...
Todos piden perdón... Y a mi me entra la risa. Pero no es una risa de esa sana, de la que te limpia el cuerpo, de la que viene tras un chiste o una anécdota que no hace daño a nadie. Es una risa enferma. Una risa repleta de rabia. Una risa que encierra gritos de rebelión, una rebelión que no se encuentra en Constituciones que nadie entiende, en leyes sobre las que nadie me ha preguntado, en corrupciones maquilladas con cortinas de un humo teñido de rojo. Y todos piden perdón y ya no nos lo creemos. Señoras y señores, por decir algo, YA no nos lo creemos. Se lo diría gritando... pero el grito se me consume... se diluye en la rabia, en la pena... porque un día tuve ilusiones, creí en mi país, creí en el futuro y ahora me cuesta creer en algo. Y los culpables son ustedes, señores políticos. No les pongo nombres porque son ustedes. Me dirán que muchos se salvan y probablemente sea así, pero ya no me vale. YA NO ME VALE. Porque día a día me sorprendo más. Porque nunca he creído que la