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Desde muy pequeño me fascinó el teatro. Creo recordar que la primera obra en la que participé fue con seis o siete años. Mi papel era la mujer del pescador y me vistieron con un apaño de traje de baturra. Aún me veo con los brazos en jarras y espetando a mi supuesto marido algo parecido a: -¿Qué horas de venir son estas? Qué típico, ¿no? Bueno, corramos un tupido velo. El tiempo me llevó a ensayar para una obra que nunca se llegó a estrenar. Era un musical (cómo no): Jesucristo SuperStar. Era la época, era la moda y yo lo entregué todo mientras los playbacks (nuestras voces no eran precisamente celestiales), eran lanzados a diestro y siniestro. Pero ya digo que no se llegó a estrenar. Creo que por aquel entonces decidí que era mejor escribir teatro que interpretarlo. Garabateaba obritas en papel a la vez que seguía con mis novelas y soñaba. Siempre soñaba. Y ahora, en estos momentos, me dirijo hacia 'Alfàs del Pi a la Mostra de Teatro. Mañana estrenamos mi obra &quo