Porqué no me gusta la Navidad...
Cuando digo que no me gusta la navidad obtengo diferentes reacciones... Unos me comprenden, entienden que piense que es una fiesta que maquillamos con espíritus falsos a fin de no recordar aquellas faltas que tienen tanto volumen, tanto peso, que aplastan ilusiones. Otros hablan de niños ocultos, de felicidad, de sueños... No quiero convencer ni a unos ni a otros. No celebro unas fiestas en las que no creo, aunque me gusten los villancicos (no me gritéis si digo que me gustan los americanos y no los nuestros nacionales en los que tan sólo escucho a niños poseídos que gritan que una burra va hacia Belén Rin Rin...), y eso es una contradicción que ni yo mismo entiendo, pero qué le vamos a hacer, creo que nací dentro de una contradicción. Pero hay una causa que está por encima de ese árbol de navidad y corona con una estrella fugaz (de esas que huyen de bolas y espumillón), mi total rechazo a estas fiestas. Hace muchos años, tantos que cada día el recuerdo es más recient