LA NIÑA DE CLASE...
Si habéis leído ya mi último libro, "La Puerta de Peter Pan", sabréis que fui un niño acosado, un niño perseguido por miradas acusadoras, por manos cargadas de piedras y voces repletas de odio. Y yo jamás entendí la razón. En aquella época no sabía lo que era el bullying y prefiero no llamarlo así, porque es una palabra que incluso hoy me suena ajena... porque me es ajena. Prefiero darle la fuerza de mi idioma, llamarle "acoso", llamarle "terrorismo infantil". Darle la importancia que merece, porque el teñirla de anglicismos a mi me parece que le quita fuerza, llamadme raro. Y así fue mi vida, día a día. Una vida en los setenta. Una vida en la que los árboles eran mis únicos aliados. Me subía a ellos para escapar de los insultos, de los escupitajos, de las piedras, de los gritos. Si habéis leído el libro sabréis ya que fue ese profesor el que me lanzó a la jauría cuando dijo que "la niña de clase iba a cantar una canción". Ese profesor