ACEPTAR... PUERTAS QUE SE ABREN...
Hoy estoy con la resaca de la presentación de "La Puerta de Peter Pan" en Zaragoza. Cada vez que presento un libro dejo algo de mi y eso se hace presente horas después, cuando la energía me falta, cuando siento el peso de la vida... es una sensación que quizás no debería de pasar, pero que está ahí y a la que me he acostumbrado. Sin embargo la de ayer fue quizás la más dura... intenté que no se me notase pero me costaba hablar porque "La Puerta de Peter Pan" parte de esta ciudad, de esta isla como a mi me gusta (odiaba) llamarla... Todo sería distinto si pudiese dejar de hablar, si fuesen mis dedos los que tomasen el rumbo del momento... si se les diese la oportunidad de dirigirse a cada una de las almas que acompañaban mi camino... pero como no podía ser así, me lancé a hablar sin guión... sin nada que diese pistas de lo que debía decir... Y es duro... porque decenas de ojos están pendientes de tus decisiones... algunos incluso están decidiendo si comprarán tu libro o no... Y eso me crea presión porque en ese momento, sólo quiero llegar... llegar a donde quiera que me permitan...
Puede que por eso siempre nos pongan a una persona que hace la introducción... alguien al o la que en ocasiones le somos ajenos... que hablan de nosotros imaginándonos y nos llenan de halagos que agradecemos entre suspiros y abrazos... Puede que por eso lo hagan, para darnos la oportunidad de relajarnos, de hacer que el camino se abra despacio y entremos con decisión... Yo, por mi parte, tuve a Maria José... esa que es parte de mi familia... una escritora nata que ahora tan sólo se puede preocupar por trabajar para sobrevivir y que los sueños se queden suspendidos en ese espacio que la magia tiene preparada para ella... Quise que me presentase porque sabía que sus palabras llegarían desde el alma, desde su mundo, desde todas las historias que le quedan por imaginar, escribir, compartir... Quise que estuviese allí para hacerle sentir parte de ese Peter Pan que aún viste de azul y es capaz de alcanzar esa estrella que todo lo puede... Y habló, esquivando los posos traicioneros de una ronquera que venció como una jabata... una ronquera que a mi se me antojó esa lanza que se opone a que nos regale sus bellos sueños, sus suaves palabras... la venció y fue su triunfo... nuestro triunfo... Y sé que algún día (cercano) puede que sea yo quien presente un libro de Maria José Millán... recordad mis palabras...
Y hablé de "La Puerta de Peter Pan", ese manual de vida, ese camino que he recorrido abriendo puertas, ese secreto que por fin he decidido contar y en el que intento transmitir al lector, a la lectora, la forma de hacer las paces con sus recuerdos, con su pasado, con aquello que incluso ha olvidado... Hablé del dolor, ese que me ha hecho como soy hoy en día... Hablé sin saber lo que decía porque eso es lo que me pasa... la puerta de mi alma se abre y ya las palabras se lanzaron... y ¿llegaron?... espero que sí...
Hubieron ausencias... ausencias que no entendí... que no comprendí... Ausencias que se vistieron de puertas, puertas que no son mías... puertas que tendrán que ser trabajadas... puertas con colores que no me pertenecen... y es que esta isla es complicada... es muy complicada... porque hablé del dolor... un dolor cargado de puntos suspensivos...
De alguna manera queda trabajo por hacer aunque hoy sé que me he traído miradas, miradas que no puedo descifrar. Miradas que no sé lo que pensaban. Miradas que tienen sus propias llaves. Y que debemos aceptar y cuesta. Cuesta aceptar nuestra propia vida, porque aceptarla significa seguir. Aceptarla puede parecer doblegarse, rendirse... pero cuando te das cuenta de que aceptar significa disfrutar de lo que pasa, vivir el momento, pues puede que encuentres el secreto. Cuesta... cuesta mucho... y soy el primero que lo reconoce....
Sólo te puedo decir, si me lees, que "La Puerta de Peter Pan" te puede traer la respuesta a alguna de tus preguntas y puede que una de esas respuestas, por el momento, sea suficiente...
Hoy estoy con la resaca de ayer... la resaca de una puerta que se abrió, a la que yo tenía miedo y que me ha traído más recuerdos... y debo trabajar, debo seguir, debo aceptar... pero cuesta... porque sencillamente te das cuenta de que no puedes agradar a todo el mundo, de que debes aceptarte como eres, porque eres tú, porque eres tu único compañero... compañera...
Sé feliz... triste... no temas tus sentimientos... porque todos te hacen ser como eres... y al final te regalarán la felicidad que duran los puntos suspensivos...
Gracias por permitirme compartir ese precioso momento contigo. Algún día la magia se posará en mi hombro y caminaremos juntas. Todo llegará.
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