Mi primer libro...

Hay veces en las que alguien te pregunta: ¿desde cuándo escribes? Te quedas pensativo y, sobre todo, intentas recrear un momento en el que no hayas escrito. Todos, creo, tenemos una necesidad de inventar historias o de plasmar esas que nos han ocurrido. En la infancia, seguro que fue un diario. Yo lo empecé desde muy niño. Solía poner todo lo que me pasaba cada día. Luego, pasadas unas semanas, le echaba un vistazo y me deprimía lo aburrida que parecía mi vida. Desde luego que el leer: "Me levanté y fui al colegio. La mañana fue muy pesada. Volví a comer. Comí y vi la tele hasta que se hizo la hora...." y así hasta que llega la hora de irse a la cama y hasta la siguiente entrada. No sé si esa fue la razón por la que busqué una forma de animar mis escritos e hice que el despertar fuese en un mundo mágico, la comida fuese traída por hadas de bosques lejanos y el caer en los sueños, trajese consigo mundos paralelos en los que ser cualquier otra cosa que las que era por aquel entonces. Me creé un mundo mágico, imaginado, en el que poder refugiarme a cada momento. No sé si todos los que escribimos hemos tenido una infancia complicada, pero yo puedo reconocer que así fue. Seguramente esa fue la causa por la que me aficioné tanto a las series de televisión, al cine, a los libros y a los musicales. Hace años quedé fascinado por una película de Lars von Trier, "Bailando en la oscuridad". Supongo que muchos de vosotros la habréis visto, pero yo me identifiqué muchísimo con la historia. Cuando era pequeño, los muchos momentos en los que me sentía desgraciado, cerraba los ojos e imaginaba que todo a mi alrededor era un musical. Mis padres cantaban y bailaban, mi hermano hacía lo mismo y yo saltaba a su alrededor en una maravillosa coreografía que nos sabíamos a la perfección y a la que se unían vecinos y extras de mi imaginación que convertían mi tristeza en algo inolvidable. Pero duraba lo que dura una canción... y volvía a esa vida en la que necesitaba de mis escritos y mis series de televisión. 

Escribía y escribía. Sabía que tenía mucho que contar, mucho que decir y que algún día conseguiría que a la gente le gustara lo que yo expresaba. Y ese día parece que ha llegado. Hace años escribí una historia sobre un personaje de mis días en Lanzarote. Esa historia se convirtió en una novela y parece ser que a alguien le ha gustado y quiere publicarla. No soy nadie conocido, quizás nunca llegue a serlo... pero tan sólo deseo que ese niño que imaginaba musicales, vea cumplido el sueño que tanto recreó en su mente...

La pasada semana, estaba en un supermercado y ocurrió algo que me hizo pensar lo que nos complicamos la vida... Estaba comprando unos yogures blancos, azucarados, sencillos y, de repente, un señor cargado de años y experiencia, pero con la mente abducida por el mal de la vejez, me miró extrañado para decirme:

 -Mira, mira... yo he cogido yogures de colores...

 A la vez me enseñaba un pack de yogures de diversos sabores y que parecían la paleta de un pintor. Yo lo miré divertido y le dije:

 -Sí, ya lo veo.

 -No, no, pero los tuyos son blancos... ¿Mira, no ves que hay de colores?

 A traves de sus ojos vi una felicidad aplastante. Él no podía comprender cómo, siendo que tenía al alcance de mi mano el tesoro de los yogures de colores, optaba por llevarme algo tan simple como unos blancos, asépticos, tristes. 

 Como vio que no me apartaba de el color blanco, me miró por última vez y se fue sonriendo con su maravilloso tesoro.

 En ese momento pensé, como muchas otras veces, que la vida te regala pequeños momentos de felicidad, en los que unos lácteos de diferentes colores pueden significar un cambio en tu vida, una pizca de sal al momento, un desafío al destino.

 He de reconocer que los yogures no eran para mi, pues creo que si lo hubiesen sido, habría seguido la invitación de aquel anciano. A veces pienso que su aparición vino de uno de esos universos paralelos que tanto me gustan. Que se plantó frente a mi para decirme que no nos compliquemos tanto la vida, que de vez en cuando es mejor arriesgarse, tirarse a la piscina, agarrar los yogures de colores, porque siempre hay varias opciones... tan sólo debemos estar atentos.

 Y yo, ultimamente, tengo muchos momentos de esa felicidad que, a veces da miedo. Es verdad que un acontecimiento que no esperaba me hizo dar un giro a mi existencia y preocuparme más de lo que hago con mi ser más allá de mi cuerpo... (tranquilos, no estoy mal de la cabeza... igual algún día os lo cuento). 

Así que si os apetece, podríais echarle un vistazo al blog del personaje que dio lugar al libro que publicaré en breve. Os pongo el enlace a continuación, aunque en la parte superior derecha de este blog ya aparece...:

http://eldiariodeconchi.blogspot.com/

Igualmente he creado un grupo en facebook, el cual da noticias sobre cómo va la evolución de dicho libro... aquí está el enlace:

https://www.facebook.com/groups/174413499321174/

Estaré más que agradecido si os unís a él y hacemos que mi personaje vaya tomando más forma y que, ese niño que aún está a mi lado, vea cumplido uno de sus sueños.

Gracias por escucharme... gracias por seguirme...

Javier.