TE PUEDE PASAR... ME PUEDE PASAR...



Esta mañana en el metro se me ha encogido el alma y he pensado todo lo que se nos escapa o dejamos escapar. Estaba yo, como siempre, observando a la gente en su mundo "insonorizado" de vida con los cascos, móviles, etc... cuando ha entrado una mujer que tendría algo más de cincuenta años. No vestía mal. Tampoco vestía bien. Sencillamente arrastraba la vida. Y ha empezado a hablar. Nos ha relatado sus penas. Algo me ha traspasado el corazón. Decía que hace unos meses estaba en el lugar en el que nos encontrábamos nosotros. Que ella escuchaba a aquellos que pedían por los vagones, pero que hoy se han cambiado los papeles y es ella la que tiene que suplicar. Hablaba y hablaba e incluso se le llenaban los ojos de lágrimas. Temblaba cuando hablaba de sus hijos y he mirado a mi alrededor. Nadie escuchaba. O hacían como si no escuchaban. La mayoría seguía ocultándose tras Candy Crush o redes sociales a las que escupir la mañana tan maravillosa que estaban viviendo. Ha sido ya el colmo el ver a un muchacho al lado de esa que pedía escuchásemos su penuria. Este chico tenía unos cascos de esos que parecen sacados de un estudio de grabación y, protegido por sus modernas gafas de sol espejo amarillo, movía la cabeza de un lado a otro al compás de una estridente melodía que sólo disfrutaba él. Y he sentido vergüenza. Vergüenza por lo que somos, por lo que vamos a ser si no reaccionamos.

Vale. Muchos y muchas estaréis pensando lo que pensamos siempre:

-¡Ya! Esta o este lo que quieren es dinero para drogarse o ponerse hasta el culo de vino.

Si. Lo pensamos y no sé si es una excusa que buscamos para evitar contagiarnos de la pena o, sencillamente, que hemos perdido toda la empatía que pudimos tener en un pasado (si es que la tuvimos) Y la mujer seguía hablando. Diciendo que lo mismo nos puede pasar a nosotros y sí, eso es completamente cierto y aunque nos maquillemos la vida con móviles y música, puede pasarnos mañana. Mañana podemos estar recitando un discurso aprendido en un vagón de metro. Comiéndonos la vergüenza y aguantando esas miradas que no te miran o esas que te juzgan.

Y de repente escucho a otro personaje del metro que cuando le piden dicen entre risas:

-Uy, no... si casi me tendría que poner contigo a pedir... 

Y cuando se marcha esa persona cargada de inseguridad y pena, el tipo en cuestión se vuelve hacia sus acompañantes y ríe mientras comenta escandalizado que ha tenido que pagar casi 200 euros de calefacción y que la vida está fatal.

Y recuerdo la cara de la mujer cuando ha recogido las pocas monedas que le hemos dado. Muy pocas. Recuerdo su cara mientras salía del vagón. Sus suspiros y esa mochila que se ha cargado de indiferencia, una mochila que al final del día pesará una tonelada. La imagino en su casa arañando euros para dar un vaso de leche a sus hijos. Cargándose de fuerza para continuar mañana. Y sí, puede que sea mentira, puede que sean mafias, puede que nos tomen el pelo... Sí. Pero algo me ha dicho que nos suplicaba algo que no todos han captado. 

Reconozco el engaño de muchos indigentes. Reconozco que es imposible el dar dinero a todo el que se nos acerque. Si lo pensáis es triste que haya tanta gente a la que tenemos que evitar, a la que tenemos que borrar de nuestro día a día. Porque si fuésemos conscientes de lo que realmente ocurre, no viviríamos igual o, quizás, haríamos algo para poner nuestro granito de arena. Y sí, es labor de los políticos y aquellos que se llenan los bolsillos con la pena de aquellos que no tienen un cacho de pan para comer. Es labor de obispos, religiosos y demás que pasean sus enormes barrigas a lo largo y ancho del planeta y dicen que hay que hacer algo mientras muestran su opulencia a cada momento. Sí. No es cosa del ciudadano que puede aportar unos pocos euros sin saber para qué serán utilizados. Es difícil. Es muy difícil.

Pero esa mujer que quizás ya no vea en el metro más, seguirá arrastrando su pena día tras día sin saber qué ha hecho mal en la vida para encontrarse en un lugar en el que, leedme bien, todos y todas podríamos estar algún día.

Y sé que estaréis diciendo que ella se puede poner a limpiar o que quien quiere encontrar trabajo lo consigue. Podemos seguir diciéndonos estas excusas una y otra vez pero os pido que penséis. Que penséis un poco y que a lo mejor, con tan sólo escuchar lo que nos dicen aquellos que lloran con palabras, estamos haciendo una labor. Estamos dándoles visibilidad y que no se sientan como los despojos de esa sociedad que estamos ayudando a construir con nuestra indolencia.

Porque te puede pasar... me puede pasar...

Comentarios

  1. Las miserias d esta supuesta crisis (supuesta xq ha servido a los capitalistas neoliberales xa llenarse los bolsillos a base d injusticias sociales) q está destruyendo el estado d bienestar no va a pesar a todos. Claro q podemos vernos en esa situación. X eso es tan importante dar un giro político completo y salvar la democracia d las hordas d buitres y corruptxs...

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