Temporada 1 - Episodio 10 "Los Visitantes"



¿Quién no recuerda a Diana zampándose un lindo ratoncito? ¿Evocáis a la perfección vuestra cara de asco y repulsión? Es que por aquellos años (los ochenta), semejantes asquerosidades no se veían ni en el "Un Dos Tres". Pero olvidemos ese incidente, que le daba un atractivo especial a la morena de rojo y piel de lagarto, y vayamos al fenómeno que supuso "V".  Creo que desde "Espacio 1999" no había aparecido una serie de ciencia ficción con semejante atractivo (dejo aparte mis adorados "Thunderbirds" pues los tengo en mi caja de los tesoros infantiles y dentro de la categoría "mis marionetas preferidas"). Empezó como algo diferente que nos fue cazando poco a poco con su intriga y misterio. Por aquel entonces yo estaba haciendo la mili. Sí, allá en la Edad Media no habían objetores de conciencia, así que marché a las islas afortunadas a un cuartel perdido donde se suponía hacían pan. Recuerdo cómo se movilizaba toda mi compañía para que los sábados por la tarde no nos dejásemos de ver ni un episodio. Nos olvidábamos de novatadas, partidas de cartas, salidas a Santa Cruz para tomar cervecitas y fardar de pelo raso con su toque moreno sahariano, y corríamos al bar del cuartel a deleitarnos con pinchitos de rata y zumo de lagarto tinerfeño. Mis recuerdos se pierden un poco entonces, en lo que pasaba allí, en los supuestos comentarios sobre lo apetitosa que estaba Diana y las desgracias que amenazaban a  nuestro planeta. Pero, para qué engañarnos, eramos militares que con nuestro pan y provisiones, ganaríamos cualquier ataque improvisado de naves alienígenas y, según los comentarios, la jefa de los malos se llevaría algún que otro revolcón por parte de los más avispados de la compañía. Ilusos. Yo, por mi parte, pasaba algo de terror, pero lo maquillaba de falsa valentía y tragos de cerveza. Pero la fantasía duraba un suspiro sazonado de anuncios y volvíamos a lo cotidiano, a lo rutinario, a la vida impuesta por gente que yo no llegaba a entender y sólo me quedaba esperar al siguiente episodio como si fuese el calendario que me acercaba más a mi "graduación", a escaparme de todo aquello que me venía grande, a huir con los Visitantes y sentir que aquellos meses no iban a ser una pérdida de tiempo en mi vida. Tranquilos, no voy a hablar de la mili, no quiero ser tan poco original, pero el destino me hizo un regalo entonces, dándome la oportunidad de aprovechar mi vida prestada y recordarla cómo algunos de los mejores días de mi existencia.

Os habréis dado cuenta en las fotos superiores que hay dos mujeres. La primera, Diana, la mala ochentera. La segunda, Anna, la mala del siglo XXI. Es la nueva generación de V de la cual han emitido 12 episodios renovando el pasado y cargados del mismo misterio de entonces (aunque por el momento no han habido pinchitos de rata). La villana de ahora es fría, misteriosa, elegante... pero trae consigo toda la destrucción que pueden ofrecer las ultimas tecnologías en efectos especiales, si olvidamos la aparición de algunos elementos de la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia que se han camuflado entre la ciudad alienígena y una incursión de la nave en la Puerta del Sol de Madrid con el anuncio de Tio Pepe que le quita un poco de credibilidad y nos deja como ese país de los toros y las sevillanas... Y para que veáis que no miento....


No es que yo desease que la escena hubiese tenido lugar sobre el Pilar de Zaragoza o el futuro chalet de Belén Esteban, pero el ver a Anna al lado de una botellita de Jerez,  hace que su mensaje de buenos sentimientos sea a causa de una merluza jerezana que le haría comerse los ratoncitos a docenas mientras se marca una rumba con sus colegas los reptiles. 

Espero que esto último no os quite las ganas de seguir la serie, pues os aseguro que a mi me está gustando. Quizás porque han pasado veinticinco años, quizás porque  al vivir en Valencia me emociona el toque Calatrava o porque el Tío Pepe me llegó al alma...  Pero sigo quedándome con los sábados soleados en los que de repente no eramos militares, no había ni abuelos ni machacas (jerga militar... y no voy a hablar de la mili lo prometí), eramos solamente un grupo vestido de verde, imitando a los lagartos, que nos olvidábamos de la realidad y soñábamos con volar hacia mundos desconocidos y peligrosos...

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