LO QUE CUESTA UNA SONRISA



Ultimamente me estoy dando cuenta de que me levanto siempre con una canción en la cabeza. Cada mañana es diferente. A veces es un anuncio de televisión, otras algo con ecos de la infancia o, incluso, algún éxito horrible de esos que me niego a escuchar pero que, extrañamente, a mi otro YO le encanta.  Es algo que pasa desapercibido. Una melodía que se pierde entre los bostezos del despertar y que, de repente, se manifiesta y me invita a interpretarlo. Mi reacción inmediata es una sonrisa.  Porque a veces la canción es tan absurda como la insufrible cancioncilla del anuncio "Kelisto" (esto va dedicado a ti Esther.. que ahora mismo me estarás odiando), y otras es algo tan bello como como el "Close To You" de los Carpenters. Pero sonrío y esa sonrisa se mantiene a lo largo de la mañana, pues la canción no me suele abandonar. Y es que me levanto muy pronto... normalmente a las 6,30 Miranda (mi compañera de bostezos, más humana que nosotros mismos), me saluda con su húmedo hocico invitándome a dar un paseo para que haga mis necesidades en la calle.. ah, no, espera... que es al revés.. porque lo que está claro es que a esas horas de la mañana es ella la que me pasea. Pues esto se repite hasta los domingos, por lo que mi día comienza muy temprano. Podría usar la gracia de que empiezo a poner las calles, pero no quiero usar tópicos que se perdieron en la época del gran Gila. Me gusta madrugar. Me gusta mucho madrugar... casi tanto como soñar. Los sueños siempre han sido muy importantes en mi vida. Ellos me han hecho que me plantee si algo de todo esto es verdad. Si cuando dormimos visitamos nuestra verdadera vida. Me gusta pensar que cuando soñamos vivimos las vidas de otros. Les regalamos momentos, experiencias que ellos y ellas nunca recordarán, nunca sabrán haber vivido. Me gusta imaginar que les regalo vida, esperanzas, ánimos para continuar.  Sería bonito... ¿a qué si? Pues lo dicho... me suelo levantar sonriendo. Y cuando bajo a la calle, me cruzo en la escalera con gente que ni te mira, que obvia tus "buenos días" y ni siquiera te tienen en cuenta cuando abren la puerta. Se levantan enfadados... enfadadas. La vida parece que les pesa. Esa vida que tan sólo pide vivir. Esa vida que lo único que quiere enseñarnos es que cada momento es único. Vale, soy muy pesado con lo de los momentos, pero quiero que seáis conscientes de ello. Mirad. Ayer vimos una maravillosa película de Paco Arango "Maktub". Es de esas películas que sabes que te van a gustar. De esas que sabes que vas a reconocer, que vas a identificar. Y lo hice más allá de sus escenas, de sus diálogos, de sus mensajes. Creo (sé) que es de esas películas que hay que ver  SI o SI. Al igual que la serie "Con C Mayúscula" (The Big C). "Maktub" me arropó desde el principio. Sé que se habrán hecho multitud de críticas y sé que todas habrán sido buenas. Es imposible que alguien trate de criticar algo hecho desde las entrañas, algo que tan sólo habla de vida, de esperanza, de sueños, de segundas oportunidades... (me suena mucho... me suena tanto que si queréis lo leeréis en "Dime Que No Estoy Dormido" en octubre). Fue una experiencia tan enriquecedora que nos mantuvimos hipnotizados frente al televisor hasta que nuestras lágrimas se fueron diluyendo y dieron paso al final.. un final que hablaba de comienzos. Porque siempre he dicho que el final siempre es eso... un principio. 

Y esta mañana, cuando me he encontrado en la escalera caras enfadadas, caras que hablaban de pesar, de rutina, me ha venido "Maktub" de nuevo a la cabeza y he querido decirles que no está bien que arrastremos nuestro cuerpo a lo largo de las horas. Que no busquemos excusas de trabajos pesados, de horas robadas al sueño, de tachones en el calendario para llegar a puentes o fiestas locales. Que el tiempo que perdemos añorando aquello que aún no llegó, se olvida, se malgasta, se muere... Porque las malas caras, el mal humor, es tremendamente contagioso, hay que pelear contra su presencia, esa que intenta atraparte a cada paso. Y si alguien te ve sonreír por la calle, piensa que estás mal de la cabeza, porque estar bien de la cabeza es caminar serio, enfadado, sonámbulo de vida.  Así que he visto gente, gente que va a la suya y no es que pido que vayan a la mía... porque la mía está a otro nivel. Ni mejor ni peor... sencillamente otro nivel. 

Quedaos con lo que queráis de estos pensamientos. No os voy a obligar a sonreír. A veces es tan, tan difícil. Haced una cosa. Mañana en cuanto os despertéis rebuscad en vuestra mente. Escuchadla.. ¿Hay alguna canción con la que quiere empezar vuestra mañana? A mi me sirve, pero no le había hecho caso. Antes tenía demasiadas preocupaciones de futuro como para tomarla en cuenta. Escuchad. Escuchad lo que algo muy dentro de vosotros y vosotras os quiere decir. Y si es "La Gallina Turuleca" pues no la evitéis... A muerte con ella....

Pero ahora, aunque sea durante unos instantes, sonreíd. Leed estas palabras e imaginad que estáis cantando "que ha puesto un huevo, a puesto dos, a puesto tres..." Sonreíd. Y si ya habéis visto la película de Paco, ya sabréis el secreto... lo que es "Maktub".... Sonreíd... Pensad que ahora mismo tan sólo estamos vosotros y yo. Entre estas líneas no hay nada más. Haced un esfuerzo. Buscad la canción que está intentando salir de vuestra alma. Dejadla salir. Sonreíd.... Aunque dure un segundo... dos... lo que queda de este párrafo... Sonreíd... y si sois capaces, mantened esa sonrisa y no se la neguéis a ese o esa que os saluda en la escalera, que os mira en la calle... Sed felices. Dos segundos. Maktub.

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