PEQUEÑAS COSAS...



Esta mañana he llevado a uno de mis sobrinos al colegio ya que su mellizo estaba malito y tenía que quedarse en casa. Hemos marchado por la calle sorprendidos por la vida y las pequeñas cosas que tan grandes son a esa edad. Me he visto reflejado en él... me veo muy reflejado en ellos, en los dos... ese Yin y Yang que hace un todo... No suelo hablar mucho de esta parejita que me tiene robada el alma porque parece que si hablas de niños te pueden poner una demanda, pero como para hablar del amor que les tengo no hace falta pixelar las palabras, pues me voy a sumergir en su vida y la hago un poco mía...

Tienen siete años, una edad mágica que se me llena de símbolos en cuento la pienso. Siete. Porque me gusta ese número. Me gusta mucho. Nacieron con dos madres y por eso se sientes especiales. Dos madres que les dieron absolutamente todo lo que se le puede dar a unos hijos: ese amor incondicional que antepondría todo por ellos. Nacieron con dos madres y un mundo de personas que les iban a querer hasta la luna y más allá... Yo tuve la enorme suerte de cuidarlos desde que tenían seis meses. Eran dos cositas diminutas: uno muy rubio muy rubio y el otro moreno moreno. Uno con los ojos claros como el cielo y el otro con esos ojos verdosos como la hierba. Guapos no es la palabra porque se me queda corta...  Bellos hasta la saciedad con esas almas especiales que se alimentaban de los pedacitos que nos robaban de las nuestras. Yo creé un vínculo con ellos, ese que crecía día a día y me daba esperanzas. Me enseñaron a ser yo, me reconciliaron con mi pasado, me dieron fuerzas para aceptar que el niño que fui aún tenía mucho que decir, que hacer... Sé que junto al amor de mi vida que apareció poco antes de su nacimiento, ellos han sido el mejor regalo que me han hecho a lo largo de toda mi existencia. Porque esas dos madres se juntaron por una razón, se juntaron en el pasado y el conjunto de las pequeñas cosas, dieron como fruto a esos mellizos que pasean por mi vida y la iluminan a cada eterna pregunta, a cada nuevo nombre con el que me bautizan, cuando piensan que soy un mago que está de incógnito en este planeta... me iluminan y algún día lo podrán leer... algún día todas las palabras que soy capaz de plasmar, podrán transmitirles lo mucho que les debo y lo mucho que les quiero...

Así que esta mañana íbamos por la calle hablando de bichos disecados, de aburridos deberes y de los nombres de las nubes. Era un día normal, de esos que pueden parecer rutinarios y no lo son, porque para los niños no lo son. Porque todo es especial y nuevo. Hablan de planes, hablan de una vida que de corta que es se les ha hecho muy larga. Una vida en la que recuerdan todo aquello que cuando sean adultos habrán olvidado. Muchas veces intento recordarles todos los buenos momentos que han vivido, que no se vayan de su memoria... que cuando tengan 50 años aún puedan recordar cuando paseaban con su tío hablando de bichos disecados, o cuando venían a casa a comer juguetitos con pesto o se ponían las botas con tartas de chocolate. Siempre me pongo a pensar que esas pequeñas cosas nos hacen humanos... que igual nuestros padres, esos que eran padre y madre porque antiguamente otra cosa te hubiese llevado incomprensiblemente a la hoguera, deberían haber tenido una asignatura constante... la de recordarnos siempre las pequeñas cosas, los buenos momentos, para que hoy, tantos años después, quizás fuésemos capaz de recordarlos.... Es verdad que en la actualidad tienen la suerte de vivir rodeados de tecnología que congelan sus momentos digitalmente, pero los recuerdos de verdad aún se pierden, aún se pueden perder.... Y yo, que siempre he tenido memoria de pez, pues me olvido de mucho de lo que debería recordar... pero ellos aún hoy, con esa esponja que es su cerebro, me vienen a recordar todo lo que puedo haber olvidado, pero sé que esos mismos recuerdos se diluirán en el futuro y vendrán solapados por nuevas aventuras de exámenes finales, historias de novias o novios que parecerán lo único que importa, trabajos que no salen o salen sin problema.... y la infancia se diluirá como se diluyó la mía, porque tiene que ser así... porque de alguna manera estamos programados para olvidar la época más feliz de nuestras vidas...

Y puede que algún día cuando ya no estemos aquí... (eso me da miedo, me da mucho miedo), ellos tendrán nuevos hijos y caminarán por la calle hablando de bichos disecados y.... de repente les vendrán a la mente las pequeñas cosas que fueron tan importantes, que son tan importantes hoy... le vendrá a la mente su tío Tica ,como ellos me llaman, que era a menudo mas niño que ellos mismos...

Y ¿qué quiero transmitiros con esto? Pues que los aprovechemos, que pasan muy rápido y aunque en una entrada pasada os hablase de que la vida, en realidad, es larga...  no tiene nada que ver con la velocidad con la que ellos crecen y acumulan recuerdos. Aprovechad las pequeñas cosas pues juntas son la vida, juntas son la esencia, todas ellas juntas intentan decirnos algo, darnos las pistas del camino que vamos a recorrer... Sed niños, sed niñas... una vez, dos, mil... recordad que una vez lo fuisteis, lo fuimos, y fuimos inocentes. No temáis el ser inocentes de nuevo, no temáis ser vulnerables, porque ahí está la verdadera fuerza... porque el que camina lento es el que antes llegará y el que menos habla es el que más dice... Sed niños durante unos minutos al día y podréis recordar esas pequeñas cosas que dejamos enterradas en la infancia, esas que nos darán la clave para ser felices...

Mientras tanto aprovecharé cada minuto que pase con esta pareja que me ha robado el alma y jugaré al fútbol en la play o tiraré petardos con ellos...  porque aunque en el pasado dijese que son cosas que "jamás haré", de repente se convierten en algo totalmente distinto a través de sus ojos... esos ojos que se llenan de amor, de admiración, de pasión... porque cuando fuimos niños cualquier cosa era un mundo y cualquier cosa era especial... ¿Lo recuperamos? Aunque sea durante unos segundos...

Sed niños... Sed niñas... No temáis... Recuperemos las pequeñas cosas y... quizás... empecemos a vivir de verdad...

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