Cuéntalo tú que tienes más gracia....

La cantidad de veces que he oído en mi vida esta frase.....  De alguna manera a mi entorno le gustaba la forma en la que contaba las cosas. Cualquier situación la teñía de sonrisas y conseguía carcajadas. Me sentía bien. Dentro de mi infelicidad, era feliz durante el tiempo que duraban e imaginaba un futuro en el que esas historias llegasen más allá de un grupo reducido a una cafetería, el salón de mi casa o, a menudo, mis propios sueños nocturnos. "Javier, cuéntalo tú que tienes más gracia"... y yo, como un lorito bien enseñado, empezaba a relatar historias que, a menudo, exageraba a fin de conseguir más efecto. Y veía caras alegres. Caras que pedían más....

Es curioso que aquella alegría que repartía era toda la que a mi me faltaba. Supongo que los cómicos somos eternos insatisfechos. Seguramente nuestra avidez de carcajadas, era el alimento de la tristeza que me rodeaba.  Y contaba historias. Y cada una de ellas, cada vez más graciosa, se nutría de todas las lágrimas derramadas que atesoraba en mi alma.... Con todas esas lágrimas que derramaría después... Y era feliz... Con esa felicidad que dura segundos... Esa de la que hablo constantemente... De la que ya conocéis... De la que se encuentra en los puntos suspensivos...

Y ¿a qué viene todo esto? os preguntaréis. Seguramente ni siquiera os lo preguntáis. Lo hago yo por vosotros. Pues todo esto viene a algo que me preguntó una seguidora de Twitter ayer. Pero para llegar a esa pregunta debo de remontarme en el tiempo hasta llegar a ayer....

Hace casi veinte años nació un personaje. Conchi. Sí, ya sé que habéis oído hablar de ella. Muchos, incluso, habréis comprado la novela y conoceréis a ese personaje que amas o te crispa los nervios. Pues Conchi tomó vida, esa vida que nuestra esquizofrenia literaria alimenta con esmero y cariño. Se presentaba entre mis dedos y pedía más. Su historia no podía quedar en un puñado de páginas. No podía quedar olvidada. Porque nosotros, los escritores, damos vida a los personajes y somos asesinos de ellos. Les damos una vida que dura lo que dura una mirada. Después los enterramos y se van al limbo de los personajes, donde esperan ser retomados algún día. Pero hay algunos que tienen fuerza. Hay algunos que dan un puñetazo en la mesa y te agarran de las manos. Escuchas sus súplicas y, aunque aquellos personajes en los que trabajas en ese momento, se quejan con vehemencia, les prestas atención y te permites una sonrisa. Ni decir tiene que Conchi es uno de esos.... Además es uno de esos personajes pesados hasta el aburrimiento. Creo que el tiempo que Conchi estuvo en ese limbo... volvió locos a sus habitantes y, al final, pude escuchar manifestaciones ilegales que pedían, por favor, que la sacase de allí, que les dejase dormir tranquilos.

Y lo hice...

Y Conchi tomó las riendas de su vida...

Y empezó un diario...

Fue así. Conchi comenzó un blog en esa época que encontró en la que la tecnología la abrumaba. Se enganchó a su existencia y me habló de sus días... Fueron dos años. Dos años maravillosos que me hicieron reír... Reír mucho....

Y decidí agrupar todas esas páginas en un libro. Y decidí regalarlo al mundo. Estaba un poco harto de lo poco que sacamos los escritores con nuestras novelas. No sé si sabéis que de cada ejemplar que vendemos nos llevamos uno o dos euros... Y ya está. La editorial se engulle el resto. Por eso siempre me ha cabreado mucho que los libros sean tan caros. Que el cine y el teatro sean tan caros. Que el público quiere leer. El público quiere ver cine. Pero ese público tiene que comer. Ese público tiene más necesidades. Y las compañías no se les ponen fácil el ocio. Se lo cobran a precio de oro.

Y me dije: "El Diario de Conchi" será para la gente. No es una obra maestra. No será un Best-Seller (principalmente por que no es un Seller), pero para mi cada unidad que una persona se descargue es un alimento para mi alma. Es retornar un cachito de felicidad a aquel muchacho que alimentaba sonrisas de lágrimas. Ese al que le decían "Cuéntalo tú que tienes más gracia".

Y vuelvo a ayer. Ayer puse el libro a disposición del público. Inicialmente di una dirección de correo en la que mandaba el fichero. Esta dirección se colapsó... Me quedé sorprendido. Me emocioné. Sentí la necesidad del mundo de reír... Así que  busqué formas de hacerlo más accesible e incorporé un enlace en la página de Conchi. Y ahí estará.... Para todos...

Y esa seguidora, Lydia, me preguntó en Twitter algo así como "Y ¿quién te paga el trabajo de dos años?...." Y la respuesta es fácil.... Ya estoy siendo recompensado. Con cada comentario. Con cada sonrisa. Con cada guiño. Todo eso no lo paga el dinero. Saber que llego a todo el mundo es la mejor recompensa que puedo obtener. 

Voy a terminar poniendo el enlace desde donde podéis descargar el libro, si queréis, claro. Este enlace os lleva a la página de Conchi. Allí leed lo que se explica para obtener vuestro libro. 

Espero haber compartido con vosotros otro momento más de mi vida... Esa vida que se nutrió de tristeza y la convirtió en sonrisas.... Mientras tanto.... seguiré contándolo que parece ser que tengo más gracia...

Hasta pronto... y podéis descargar el libro  pinchando  AQUI

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