"CONAMIGOS..."




Los amigos.  Esa sencilla palabra que tan difícil es a veces. Los necesitamos, aunque creamos que podemos vivir sin ellos. Porque aprendemos, a cada mirada, a cada sonrisa. Aprendemos a querernos un poco más. A aceptarnos como somos y aceptarlos con todas las consecuencias. Os propongo un ejercicio, pensad en el primer amigo que tuvisteis, ese que es igual que el primer amor. Ese amigo o amiga que compartió todo tu espacio, al que le contaste tus más íntimos sentimientos. Porque ese amigo puede que ni siquiera haya llegado. Ese amigo de verdad, ese al que te abres completamente, ese que es más tú que tú mismo. Puede que nos vayamos a la infancia, en la que nuestros mayores traumas fuesen las miradas de compañeros que te insultan, o sensaciones ocultas que ni siquiera tu entiendes. Esos amigos que te invitaban a sus cumpleaños y te regalaban los mejores bocadillos de Nocilla. Para ti eran los que nunca abandonarías. Esos que estarían a tu lado siempre y, que hoy en día, ni siquiera reconocerías aunque los vieses por la calle. 

Porque hay muchos amigos que son como los libros. Esos que lees en una etapa de tu vida y te dan todo el significado que necesitas. Esos que cuando terminas la última página, sabes que dejarás en esa estantería de tu alma y que de vez en cuando ojearas con cariño. Porque esos libros, si los lees hoy en día, no te producen la misma sensación, esa de que los necesitas a tu lado. Porque vas comprando nuevos libros, te los van regalando, los vas encontrando. Y hay algunos que escriben nuevas páginas, que se aferran a la historia y se niegan a terminar. Se convierten en trilogías y trilogías de trilogías. Incluso, si crees en ello, son almas que se han reencontrado de vidas pasadas. Momentos suspendidos que necesitan un cierre o una continuación. Porque todos nos encontramos y nos reconocemos. 

Y es que la amistad se llena incluso de celos. Unos celos posesivos de ser único. Esos que se alimentan de adolescencia y se niegan a ser compartidos. Amigos que te acompañan y que comprenden tus silencios. Amigos que dejas en el camino, pero que siempre te miran a lo lejos. Esos que no saben ni de tiempo ni de distancia. Que los reencuentras y parece que el tiempo no ha pasado. Que es un capítulo que se quedó abierto, esperando ser escrito. 

Hubo un tiempo en que me devané los sesos queriendo encontrar una palabra que definiese a esos amigos que son conocidos Nivel 3 (que es el nivel mediano hasta llegar al deseado de AMIGO DEL ALMA).  Y di con una palabrita que empecé a usar, mientras la gente me miraba como un bicho raro. Los llamaba Conamigos... esos conocidos con una pincelada de amigo.  No es que tuviese mucho éxito y seguro que nadie más que yo la usaba, pero me parecía una bonita forma de catalogar a aquellos que estaban a la espera, con ese contrato en prácticas que da la amistad, ese que nosotros pasamos igualmente... no nos vayamos a creer el colmo de la perfección. 

Y tengo muchos, muchos conamigos... me cuesta bastante llamar a alguien amigo, porque para mi un amigo se gana el título, al igual que yo debo de ganármelo para él o ella... Y es que tengo muy pocos amigos masculinos y muchas, muchas amistades femeninas. ¿Por qué? Pues porque siempre me he identificado mucho más con el sexo femenino. Entiendo su sensibilidad y me sumerjo en ella.  Son como los gatos, igual de enigmáticos, con esas miradas que llevan revelándose a base de de peleas que les deberían ser ajenas, peleas por causas que les pertenecen por derecho, vidas que deberían agradecer su existencia, vidas que no existirían si no fuese por ellas mismas. Y exudan sensibilidad por todos los poros de su cuerpo. Y las comprendo. Y me comprenden. Por eso siempre me acerqué a ellas y me dejé llevar de su mano. Si me hiciesen dar nombres, acabaría en seguida y no voy a darlos para que nadie se moleste, pero ellos y ellas saben quienes son, porque lo dice mi mirada.

Los amigos... las amigas... que encontré por el camino, a los que sonreí, con los que sufrí, con los que me enfade, con los que sentí... Porque entre nosotros pasa lo que la vida tiene preparado. Y suceden cosas que te sorprenden, por las que te enfadas, por la que sufres, pero son esas cosas necesarias para que descubras, así, de repente, cuanto te importa aquella persona. Y  no sabes cuantos seguirán de tu mano, cuantos pasarán a ser otro libro de tu estantería. Mientras tanto lees cada página y la acaricias con tu aliento. Ese aliento que le da fuerza. Esos ojos que susurran miradas de esperanza.

A todos... a los que fuisteis, a los que sois, a los que estáis en la prueba de acceso y en la que yo mismo estoy... y a los que serán... os doy las gracias. Por aguantar mis tonterías,  mis interminables intentos de arreglar el mundo, por aguantar a ese niño que nunca me quiere abandonar (que no quiero que me abandone), por no reíros de mi, a menudo, empalagosa sensibilidad (o, igualmente, por reíros a carcajadas).... os doy las gracias por todo lo que me habéis dado, por haberme hecho como soy, porque sabéis quienes sois y lo que significáis para mi... Porque seguiré siendo el pesado que siempre llama, que siempre intenta estar ahí... seguiré siendo eso mientras me lo permitáis, porque os quiero, porque os necesito, porque sin vuestras miradas no tiene sentido nada de lo que hago...

A todos y todas.. gracias por ayudarme a escribir mi vida... esta VIDA EN SERIE...

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