Temporada 1 - Episodio 12 "Perdidos en Alaska"


Si tuviese que elegir una serie por excelencia, esa que ha sido la que ha colmado todas mis expectativas, que ha llenado mis vacíos, mis preguntas, mis inquietudes... esa sería Doctor en Alaska. Si le hablo a alguien de ella, en seguida pone una cara acompañada de un "Ah, sí...", dándome a entender que la conoce, de oídas, o que ha visto algún episodio perdido, pero casi nadie muestra un entusiasmo tan desmesurado como el mío y, por alguna extraña razón, me duele. La culpa, creo, la tiene la televisión que tan mal se lo montó. Inicialmente, relegó la serie a la 2, a unas horas en las que los párpados pelean por cerrarse y sumirse en nuestro propio serial nocturno. Para más colmo, se dedicaron a poner episodios sin ton ni son, sin un orden adecuado, con lo que nos encontrábamos más perdidos que nuestros amigos de la isla. Nuestras voces se alzaron en protesta con cartas (de las escritas, sí, de esas que se ponía un sello rebosante de salivilla, con sabor a pegamento, portadoras de palabras plasmadas con bolígrafo -seguramente bic- y que nada sabían de e-mails, ni foros de internet, ni de facebook... ¿Quién nos lo iba a decir?), así que de alguna manera, conseguimos que la volviesen a poner a un horario más adecuado y en el orden correspondiente (creo recordar que en la publicidad se decía algo así como "ahora su capítulos en orden").  Y la delicia se desató. Los minutos que duraba cada episodio los saboreaba con placer. No creo que hasta hoy, haya descubierto guiones con tantísima inteligencia. No era una serie más, para mí era LA SERIE, así en mayúsculas.

Hoy en día, si alguien intentase verla, le aconsejaría que le dé una oportunidad, que espere unos cuantos episodios para que le enganche su magia. Que no la deseche a la primera de cambio, porque no es de aquellas en las que esperas que se resuelva un misterio, de las que te dejan con alguien atacado por un misterioso asesino, deseando ver el siguiente episodio que aclare el entuerto. No, es de las que te dejan con el sabor de una buena comida, de un buen vino. Eso que saboreas con tranquilidad, que observas con detenimiento y esperas no ver terminar. 

Sus personajes complementan la perfección de su conjunto. Uno a uno son la base de esa vida en un pueblecito de Alaska y conforman un todo al amparo de los espectaculares escenarios. Hace un tiempo comenzó una serie española en Asturias, Doctor Mateo. Cuando oí hablar de ella, en seguida me vino a la mente Alaska y su pasado. Sabía que ésta iba a beber de la fuente del Doctor  Fleischman y en algo la iba a imitar. No me equivoqué en absoluto, pues el primer episodio tuvo escenas calcadas de ella y yo me agarré un pequeño mosqueo, como si un servidor  hubiese sido el guionista honorario de su antepasada y no pudiese permitir semejante ultraje. Sólo les hubiese faltado titularla Doctor en Asturias y acabábamos antes. Pero dejemos que lo bueno influya en algo y si los creadores de éste producto español, se impregnaron de su perfección, quedan perdonados por los siglos de los siglos...

Así que no dudéis en buscar en cualquier tienda la serie, están a la venta las 6 temporadas y, os aseguro, que me lo agradeceréis. Si alguno de vosotros comparte esta pasión, me encantaría ver vuestros comentarios. La verdad es que hoy en día, creo que no dudaría ni un momento si me propusieran irme a un pueblecito perdido en Alaska a vivir de un pequeño huerto, regalar energía y abrumarme con noches de millones de estrellas...

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