EL DIABLO INVENTÓ LAS SENTADILLAS




... y los gimnasios... y eso lo tengo más claro que el agua. Vale, que  haces ejercicio y luego te sientes de maravilla o eso dicen, pero yo llevo toda la vida intentando encontrar ese sentimiento, esa leyenda de la que tanto hablan y por la que pagas matrículas astronómicas y mensualidades con derecho a clases a las que no irás a no ser que sea en tu imaginación (en la que, por cierto, tienes un cuerpo de escándalo y eres la envidia de Jupiter)...

Y ¿a qué viene todo esto? Pues al maldito ejercicio... ese que tenemos que hacer porque sino terminamos de mobiliario de Ikea en la sección ofertas o, si preferís, en el Outlet.. que queda mejor.  Y leéis todo esto, probablemente, con vuestros chándals último diseño preparados y preparadas para la faena sin saber de lo que hablo. Ah, que esa es otra... que resulta que si no te pones como para ir a los Goya no te dejan entrar en ciertos gimnasios, que desentonas, vaya...  Cuenta la leyenda que hay gimnasios en los que tienes que pasar por el photocall antes de entrar... no digo más.  Y seguís leyendo, con vuestro batidos multivitamínicos que a mi me recuerdan a Super Ratón y pensáis que a lo mejor sería aconsejable darle un descanso a mi blog. Que por un momento quizás esté tirando por tierra el sagrado ejercicio del que tanto hablan los médicos y la exímia Mariló Montero (y con exímia no la estoy llamando antigua mona de las cavernas, que es un palabro muy inteligente y glamuroso) y no, que el ejercicio es bueno, al igual que lo son las aborrecibles alcachofas, esas cuya palabra me produce deliciosas arcadas y deseos de emigrar al Antártico que me han dicho que no tienen. Y... ¿a qué viene todo esto? Que me voy del tema como suelo hacer... Pues a que yo soy de los que me he apuntado a todos los gimnasios que he podido, porque intención tengo... y mucha... Ganas... bastantes... Al menos mientras me hacen el carnet. Durante ese momento me imagino yendo día tras día, emocionado, haciendo religiosamente cada uno de los ejercicios que me obligan a hacer los entrenadores militares del lugar y luego marchándome a casa con la sensación de que estoy en el mundo de "Mujeres y Hombres y Viceversa"...  que ya se me marchará el virus que me han metido en las duchas o en la sauna y volveré a ver la 2 la semana que viene...  Pero esa euforia se me pasa a la velocidad de la luz y me busco excusas para no ir a ese templo muscular. Que si ya iré mañana que hoy tengo la regla... De repente me doy cuenta de que no puedo tener la regla y pienso que según la física cuántica en un universo paralelo es posible que yo sea una mujer y tenga la regla y eso me influya, por lo que mejor no voy al gimnasio, no vaya a ser yo quien rompa el ritmo de la vida. Y no voy... Al día siguiente miro la bolsa (y no la de las acciones y tal). Miro el cielo. Está nublado. Quizás llueva. Uy, uy, uy... seguro que llueve, aunque el Señor Onmipotente del Tiempo ha dicho que NO, que NO va a llover, QUE LO JURO POR MIS MUERTOS... pero yo no me lo creo, porque está nublado... y no me quiero mojar.. porque en un universo paralelo.. puede que esté lloviendo y no quiero ser yo quién.... y no voy...  es lo que tiene la física cuántica.... ¿No lo veis? El ejercicio y la física cuántica ¡NO SON COMPATIBLES!!! ¿Necesitáis más pruebas?

Y me voy quitando de todos los gimnasios. Porque al final termino pagando mensualidades para ir a caminar a la cinta, esa que te hace ir a ningún sitio y que te deja defraudado hasta la melancolía... Porque una pantallita de colores te indica que has caminado 5, 6, 10 kilómetros pero no te has movido, no has llegado a ningún lado, pero te has zampado programas de televisión que ni querías ver... puede que a Ana Rosa Quintana o a colaboradores que se gritan o cosas muchísimo peores que no me atrevo ni a escribir.... Así que te borras del gimnasio y el recepcionista te mira con cara escandalizada... con la misma cara del diablo: "¿Por qué te quieres ir?" Y claro... tú no sabes que decir e inventas mil excusas... que resulta que tu prima se ha hecho profesora de Pilates y te regala las clases, que te has convertido a la religión de los Tiroriros la cual reniega de cualquier culto al cuerpo, que eres el próximo voluntario que será mandado de viaje a un planeta llamado Tiroriro y es que estás tan aterrorizado que no te sale otra cosa... pero al final consigues darte de alta aunque no contabas con la carta bajo la manga... "pues paga aunque sea la cuota de mantenimiento y así si quieres volver, no tienes que pagar la (indignante) matricula de inscripción)".... y sabes que lo de indignante no lo ha dicho pero tú lo has oído, pero quieres huir... quieres desaparecer y te ves llorando... ¡SI! llorando... que si tienes una depresión, que si te tienes que marchar a vivir a un poblado cerca del Orinoco (tienes que mirar por donde cae el Orinoco) y al final te dan de baja (quizás porque no quieren tener pirados en ese gimnasio de lujo) y te vas... ¡Lo has conseguido!!! Te has dado de baja... Ya no eres esclavo de un gimnasio. Eres dueño de tu cuerpo. Eres dueño de tus dolores. De tus traumas por no hacer ejercicio.... ¡Por fin...!!!

Y te levantas día tras día... diciendo: ¡Hoy me voy a caminar!!! Y un día te vas a caminar... Sí... lo haces... y caminas de verdad... Y los kilómetros son kilómetros... Porque también os diré que te han regalado una pulserita que te dice lo que caminas y cuando llegas a un objetivo empieza a temblar y te muestra una copa maravillosa y casi te canta el "alirón".... y ves la gente y ves los árboles y no tienes que pagar matrículas ni nada por el estilo... Pero esta mañana he decidido hacer unas sentadillas, de esas que haces con decisión, mientras respiras a lo bestia para que parezca que lo haces como si tuvieses veinte años... y cuando me he marchado por el pasillo las piernas me temblaban como si hubiese estado bailando foxtrot durante tres días seguidos... y he vuelto a pensar en los malditos gimnasios y el maldito ejercicio... y en los estiramientos y en las patatas bravas... no sé porqué he pensado en las patatas bravas pero he pensado en ellas... 

Y sí... hay que hacer ejercicio... hay que hacerlo, de eso no hay duda y esto me lo estoy escribiendo a mi, me estoy escribiendo que debo de retomar mi rutina y NO la del gimnasio porque me aburre... me aburren los aparatos de musculación, me aburre el spinning (con el que he sufrido tantos bajones de tensión que parezco una ochentera perdida en la peor de las mascletás valencianas), me fastidia que me fastidie... pero soy así... No me gusta el deporte y lo digo con orgullo... NO ME GUSTA... y si alguien quiere unirse a mi grito que lo haga sin miedo... 

Mientras tanto continuaré haciendo lo que pueda por no sentirme mal... continuaré obligándome a caminar... a hacer sentadillas que me hagan caminar agarrado a las paredes o, si me siento con ganas, igual hasta hago diez o doce abdominales... Todo esto mientras tanto....

Comentarios

  1. Ya lo dicen los sabios...muere mas gente en los gimnasios que en la barra del bar¡¡¡razon tendran.....

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