Temporada 1 - Episodio 11 "Si ella fuera presidenta... ¿vale?"


No es una serie de televisión pero como si lo fuera. Llevo varios días, o mejor dicho meses, aguantando una televisión que me regala tonterías mayúsculas y me sorprende cada vez más. Pero esta semana se ha superado con creces. Para el que no lo sepa, ¿hay alguno?, le diré que se hizo un pre-estreno en un cine madrileño con asistencia de lo "mejorcito" de la farándula española, de un documental sobre Belén Esteban. Por lo visto hubo de todo, risas, llantos, aplausos y, en mi mente, con seguridad, tortilla de patata, pinchos morunos y una verbena final con los Chichos y Camela como plato fuerte (a los que les guste las "coplillas" de los grupos en cuestión, pues les pido disculpas, porque a mi pobre gusto musical, le hacen un daño irreparable). Y os preguntaréis, vosotros mis queridos seguidores, ¿qué tiene que ver todo esto con las series de televisión? Pues ha llegado un punto en el que he descubierto que ya todo es una serie de televisión. Nuestra vida es una sucesión de temporadas en las que aparecen nuevos personajes y otros se van. En la que los guiones son escritos por nuestro más sarcástico subconsciente e interpretamos escena a escena con rigurosa exactitud y sin escatimar en efectos especiales. Por eso, la aparición de "La Princesa del Pueblo" (que alguien me abofetee por favor), hasta en la sopa, me ha hecho replantearme la existencia de este nuestro país que se está volviendo loco. 

¿Tenemos cura? Espero que sí. Pero resulta que una universidad francesa (o algo así, porque tampoco quise prestar mucha atención), ha hecho un estudio sobre el fenómeno. Y además, se permiten hacer una encuesta en la que se preguntan si la gente votaría a la Esteban para que nos representase en el Parlamento. Y va y sale. Sí, con dos ovarios. Se me remueve el estómago imaginándomela allí, torciendo la nariz, mirando a los diputados, entrecerrando los ojos, dejándolos en blanco y moviendo los parpados a una velocidad de vértigo, para terminar sus exigencias con un "¿valeee?" que me pone la carne de gallina, invitándome a saltar por la ventana sin una pizca de duda. 

Lo siguiente, os aseguro, será una serie de televisión sobre su vida. Iremos viendo la evolución de una chica que, reconozco, al principio me proporcionó algo de ternura. La sentí cercana, amable, con esa naturalidad que te da el barrio y alguna que otra penuria. Incluso, cuando se montó la marimorena por su hija por la que ma-ta, pues le saqué la cara cual marujilla de mercado en la cola de ultramarinos. Pero hasta aquí he llegado, sí señor. No estoy nada orgulloso de que mi país aplauda la chabacanería y lo vulgar. Que, para colmo, lo imaginen en el extremo político y le pongan un escaño al lado de Jorge Javier y patrocinado por Sálvame de Luxe. Es entonces cuando vuelvo a la infancia, a mis series queridas, a los programas en los que no se acuchillaban y tenían dos rombos. ¡Eh!, que reconoceré siempre que a mí, de vez en cuando (más de vez que de cuando), me gusta un sarao de estos con algún que otro grito, famosillas de encargo aderezado por tirón de pelo y "presuntas" acusaciones con demandas de por medio, más que comer alitas de pollo con las manos,  pero he llegado a mi tope y sólo me queda el derecho a gritar y patalear, porque sólo se quedará en eso, ya que si se me ocurre meterme con la futura reina del pueblo, puedo salir escaldado, ya que sus defensores son más peligrosos que los vampiros de Crepúsculo, aunque con muchísimo menos glamour. 

Así que haceos esta pregunta, ¿qué pensaríais si la tuviésemos representando a una parte de la sociedad? Vale, comprendo que si una parte se identifica y la ve merecedora del título, no debo decir ni mu, pero por esa regla de tres, demos oportunidades también a Leonardo Dantés, Aída Nizar, Dínio, Chiquito de la Calzada y todo un rosario de personajes absurdos que se meten en nuestras casas sin previo aviso. Aunque yo, si me dan a elegir, pondría sin dudar a Chiquito al mando de la situación, pues no tendría precio el verle subir al estrado con ese grácil caminar suyo de que subo, no subo mientras dedico un "haaarrr" a la concurrencia, para continuar con un discurso que empezaría con "¡Ese peazo de hoooombre.... pecador....!" Porque esto es lo que está consiguiendo que conecte la tele y vea algo que no sea una serie de televisión, que me quede abducido por presencias gritonas y vulgares que prostituyen mi inspiración y me roban palabras de mis dedos. Por lo tanto, perdonadles porque no saben lo que hacen....

Comentarios

  1. Yo haria una colecta en España para comprar una isla perdida en el Pacífico y los mandaría alli a todos. Penoso... ¿va-le? (no nos olvidemos de mandar tambien a Pipi Estrada)

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