HUMO...



Ayer fue domingo. De esos días que te bajas a la terraza de tu cafetería acostumbrada, de esos en los que Miranda se tumba en el suelo e intenta saludar a cada ser vivo que pasa a dos metros de ella. Hacía sol, el café era perfecto, las tostadas tenían el mejor aceite de oliva que podía desear... ni más, ni menos... tomate, un buen libro... tan sólo echaba de menos mi otro yo, mi otra parte que ese día, por motivos de las fiestas navideñas y el consumismo que nos obliga a que el "séptimo día" ya no descansemos (eso para los que crean en fábulas e invenciones de un pasado muy muy lejano), pues estaba repartiendo sonrisas y guardándose las ganas de volver a casa durante unas horas. Y yo en esa terraza arañando rayos de sol que se me escapaban a una velocidad que no era normal. Imaginé estar en ese Pirineo aragonés que tanto echo de menos. Teñí el suelo de verde y los edificios de bosque... El cielo no necesitó de mi ayuda, porque el cielo siempre es cielo y, a no ser por la temible contaminación, nos espera azul y brillante pase lo que pase (al igual que la felicidad.. no lo olvidemos). Esa era mi mañana... y de repente... humo... Un humo espeso, líneas que podrían incluso parecer bellas, pero que se convertían en pequeñas calaveras que intentaban rodearme con un espeso olor a rubio y no rubio teñido, ni natural, ni noruego.. no, rubio de tabaco, de ese que luego queda en nada en el cenicero y todo en los pulmones... Intenté espantar esos fantasmas de humo como quien huye de un ataque de avispas asesinas y vi a mi lado al culpable. Era un señor, de esos que salen con el periódico, un dominguero de manual con radio y todo el set para pasar su "séptimo día" de rigor. Yo no sé que tendría ese cigarrillo, pero emitía más humo que los mejores conciertos de Madonna y Lady Gaga juntos...  Ni decir tiene que el viento se puso de su parte y esa masa asquerosa se me pegó a la piel, a la cara, a la moral...  Me retorcí. Hice gestos de esos que intentas que el otro vea, como de desaprobación, como de que estás molesto, como de que quieres que se vaya a Hong Kong, como poco. Pero era imposible, el humo cegaba sus ojos y su educación. Me planteé decirle que "si es usted tan amable, ¿le importaría echar el humo para otra parte?"...  aunque realmente me apeteciese decir: "¿no le importaría cerrar la boca y tragarse el humo junto al cenicero, mechero, cigarro y ya de paso el set completo del "séptimo día"?..." Veamos... antes de nada...  Sé que muchos y muchas que estáis leyendo esto seréis fumadores y fumadoras. Y no critico eso... bueno, depende... y yo he sido fumador... MUY fumador, por lo que tengo el derecho a poder criticarlo (ese derecho te lo dan el día que firmas el contrato del fumador empedernido. ¿Que no lo habéis firmado? Seguro que si...  Lo que pasa que no os acordáis... Se suele olvidar tras terminar el primer paquete y yo he tenido la suerte de recordarlo gracias a una terapia muy buena a base de melocotones y chirimoyas ecuatorianas). Quiero decir que fumar es una libertad, un supuesto derecho que todos tenemos, pero que es un error y todos lo sabemos. Lo sabéis, ¿no? Y ese señor del "séptimo día" probablemente me hubiese mandado a otra mesa, a tomar viento (que no sé yo como se toma viento) o ya puestos, se hubiese acordado de mi familia o me hubiese llamado rojo, ya puestos... 

Y entonces pensé en esa adicción. El tabaco. Es horrible. Y os lo digo sabiendo de lo que hablo. Yo fumé durante muchos años. Si estaba feliz... un cigarrito. Si estaba triste... un cigarrito. Que una amiga había aprobado las oposiciones... un cigarrito. Y así un paquete tras otro. Y ¿por qué fumamos? No sé vosotros, yo porque quedaba bien. Así de absurdo era todo. Quedaba bien en mi época en la que yo era informático. Todo venía con otro set: ordenador, café y cigarrito. Se trabajaba mejor... dónde va a parar. Luego le echábamos culpas: "es que si no no sé qué hacer con las manos" (bueno... pues podrías hacer una maqueta del Pilar a escala, o ayudar en una residencia de ancianos, o ayudar a animales abandonados o pintar, o escribir...) Javier... estás siendo populista... puede que sí... pero creo que el señor este con su humo me cegó y se me pasará mañana... disculpadme...  Sigo... Pero es que somos increíbles... Justificamos nuestra lenta agonía... Por las mañanas nos levantamos con una tos preocupante. Es como si tuviésemos un alien a punto de salir de nuestras entrañas y con una sonrisa decimos: "tranquilos, es del tabaco".... ¿Tranquilos... es del tabaco???? Y nos quedamos tan panchos!!! ¿Nuestros pulmones están conteniendo la respiración y nuestros bronquios se han ido de paseo a la peor de las minas y nosotros sonreímos y decimos "Tranquilos... es del tabaco"? Pero no... ahí no queda la cosa... los más intrépidos se lanzan al vacío y te dicen: "de algo hay que morir"... y ya está... Incluso se ríen y se encienden un cigarrito. Pues sí, señoras y señores, de algo hay que morir... pero yo le tengo bastante respeto a eso, porque me queda mucho por hacer, pero mucho mucho, por hacer, por ver, por sentir, por oler, por gustar... No sé... puede parecer un tópico pero cuando dejé de fumar todo cambió y mucho... La verdad es que no recuerdo si los alimentos me supieron mejor y si las flores olían a flores, pero sí que sentí que ya no estaba enganchado a algo. Sentí que podía respirar, que las mañanas no venían con toses de ultratumba y que mis pulmones ya no contenían los suspiros (que, por cierto, no olían a cenicero de discoteca).

Y ¿cómo dejé de fumar? Pues no hay un truco, por más que lo he intentado. Hay que estar convencido. No hay más. Al menos es mi experiencia. Lo intenté muchas veces. Dos o tres, la verdad, pero yo era débil y al final caía...  Pero un buen día alguien me dijo y lo pongo literalmente porque creo que fue así de impactante: "Es que no tienes cojones para dejarlo".  Mi espíritu maño cabezón se hizo presente. No todos tienen la suerte de ser maños. Lo siento, es un tómbola y o eres o no eres...  Así que abrí mucho los ojos y la frase se repitió en mi interior...  "no tienes cojones para dejarlo".... Estaban retando a un maño... nacido en Zaragoza... que había terminado un adoquín entero... pero de los grandes...  No podía defraudar a mi raza, así que agarré el paquete de tabaco y lo tiré a la basura.... Y hasta hoy... Y esto os lo digo muy en serio. No he vuelto a probar un cigarro. Y hace veinte años. Supongo que, fuera de bromas, hace falta un click, ese click que te hace ver que estás haciendo el tonto con tu vida. Que las adicciones no son buenas. Nos dicen que un cigarro no hace daño, que todo en exceso es malo... Puede que tengan razón, pero prefiero no probarlo, porque sé que un cigarro lleva a otro y al final te conviertes en el señor con set del "séptimo día" que no se preocupa de que hay alguien que intenta imaginar el Pirineo en un domingo valenciano...

No soy yo quien debo criticar si se fuma o si no... Tan sólo pido respeto a los que no lo hacemos... Igual que intento no hablar alto en los restaurantes, o caminar recto por la calle para no atropellar a quien no debo (no quiero decir que deba atropellar a nadie... creo...), o ponerme poca cantidad de colonia para no intoxicar a la gente que está a mi lado... y así mil y una cosas que intento no hacer para no molestar... y seguro que se me escapa alguna que hago y molesto y pido disculpas... como puede ser este blog, que quizás moleste a alguien porque le remueve la conciencia... pero eso es bueno...¿no?

Así que ayer estuve en mi Pirineo durante unos segundos hasta que me recordaron que el humo ciega tu imaginación y tu respeto...

Feliz semana y si esta noche los Reyes Magos os traen tabaco... pensad lo que queréis hacer con él...

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