Temporada 1 - Episodio 5 "En un país multicolor..."


...."nació una abeja bajo el sol"... Aún hoy en día seguimos cantando esto de vez en cuando, ¿verdad? Para mi es incluso más pegadiza que Heidi, Marco o el tonillo de Verano Azul. Incluso me hice con una cinta de cassette con la banda sonora en la que cada personaje tenía su canción. Desgraciadamente en una de mis múltiples mudanzas, debió desaparecer para ser "famosa en el lugar, por su alegría y su bondad". Ay, Maya, qué bien lo pasé contigo, Willi, Flip, la araña Tecla... A estas alturas, si vuelvo a hablar de otro álbum de cromos diréis que estaba un poco trastornado por el tema, pero es que fue el primero de mi vida troquelado. Sí, si, troquelado y adhesivo. Era el colmo de lo moderno. Ya no tendría que pegar los cromos con pegamento "SuperGen", probablemente, o con cinta "Celo". Pero se presentaba un obstáculo añadido: el troquelado. Mis dedos nerviosos debían encajarlos a la perfección para que la imagen de mil colores se fundiese con el mundo y Maya "fuese famosa en el lugar, por su alegría y su bondad"... Diré, igualmente, que para aquel entonces, mi madre estaba un poco harta de que toda mi paga se fuese a la tienda de la esquina (la cual ya conoceréis como si fuese parte de vuestra historia. Sí, esa tienda de revistas, con tebeos, juguetes y un sin fin de entretenimientos para mi mente huidiza y creativa). Así que cuando, tras cargarme de valor y recorrer los tres kilómetros de pasillo hasta la cocina, puse mi cara más tierna y regalando algún que otro piropo sobre su pelo y el nuevo paño de cocina (qué manipuladores somos los niños...), dejé caer la posibilidad de hacerme con ese nuevo librillo que haría mis delicias "troqueladas" (el troquelado era muy importante, que quede claro). La respuesta fue fulminante: "¡Que no! ¡Que ya está bien! ¡Que nos vamos a tener que ir de casa para meter los cromos!" Siempre me he preguntado por qué las madres nos amenazaban con irnos de casa para meter las cosas que nosotros queríamos tener y ellas, se dedicaban a comprar mesas enormes, sillones relax, cuadros de naturalezas muertas que daban un toque de familia Monster al salón, lámparas de lágrimas de cristal (que yo debí limpiar en el futuro) y miles de diferentes objetos decorativos a los cuales se le encontraba el sitio perfecto (excepto esa pantera de porcelana enorme que nunca terminó de encajar en la entrada de casa). Pero yo, que tan sólo deseaba a mi Abeja Maya y que guardaría en el cajón del dormitorio y que, aunque estuviese a punto de estallar, ni se notaría... pues no, se me decía que "¡No, y punto!" (ese "punto" me acompañó durante muuuchos años). La solución vino dada por un familiar lejano que ese día apareció por casa y medió en la discusión. No recuerdo bien lo que dijo, pero me regaló 25 pesetas (un fortunón) para comprar el álbum y la situación quedó zanjada con la promesa de que era el último (qué ilusas...)

Total, que casi no he escrito sobre Maya. La verdad es que no hay mucho de qué hablar y hay que hablarlo todo. Nos quitó el miedo a los bichillos, a ese submundo bajo nuestros pies y por encima de nuestras cabezas. También nos transmitió ideas erróneas de que las abejas eran nuestras amigas y que nunca nos harían daño. Maya jamás fue presentada como un bicharraco que nos clavaría el aguijón sin aviso previo. Flip era un adorable saltamontes que nada tenía que ver con esos aviones de caza que alguna vez te saltaban al pelo, haciéndote perder el control y caer por un acantilado. Todos eran nuestros amigos y eso me gustó. Fueron años de felicidad y amé a esa serie, amé a Maya. El álbum ya no existe. No tengo ni idea de qué pasó con él. Puede que incluso me hiciese demasiado mayor para terminarlo. Pero me queda el sentimiento, ese sentimiento que nos regala la infancia, que nos hace huir de la realidad y cobijarnos en nuestro mundo, ese mundo troquelado que poco a poco se hará un poquito realidad.

Así que sólo me queda decir que "A la pequeña abeja le llamaron Maya, la traviesa y dulce abeja Maya....."

Comentarios

  1. Me ha encantado la imagen del saltamontes enorme saltándote al pelo! Jajajaja....Por cierto: lástima que perdieras el álbum, pq hoy sería de coleccionista y valdría una pasta. Me suena que mi hermano tenía uno. Le tengo que preguntar. Besico, artista.

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