CUANDO SE ACABA EL TIEMPO



¿Qué se puede decir cuando se acaba el tiempo...? Ese momento en el que tan sólo puedes escribir, a toda velocidad, sin mirar siquiera si haces faltas de ortografía porque el ordenador te dice que te quedan diez minutos de batería... ¿Qué dirías? ¿Te despedirías de aquellos y aquellas que quieres? ¿Les dirías que les amas? ¿Les pedirías perdón? ¿Perdón por qué? No tengo tiempo... Se me agota el tiempo... Y tengo miedo... porque de un momento a otro todo será negro y la pantalla quedará muerta y mis dedos continuarán tecleando, letras mudas, letras que se quedarán en sonidos huecos. Es curioso... es un curioso experimento y te das cuenta de que has agotado unos segundos preciosos para decir que es un curioso experimento y otros segundos preciosos para decir que has agotado estos segundos preciosos y entras en un bucle sin fin... y el tiempo se termina. Y una voz sin voz te dice en una esquina que la batería está baja, que tu vida está baja... supongo que será el dios final, un dios en minúscula, porque no voy a malgastar mis últimos minutos en volver y arreglar esa falta. Porque ese dios debería de venir con un cargador de emergencia para todos. Un cargador que nos permitiese un día  más o dos o tres. Un cargador que te permitiese correr a aquel o aquella o aquellos o aquellas que quieres ver. Abrazarlos, abrazarlas, besarlos, besarlas, decirles lo mucho que les quieres, lo mucho que les estás echando de menos ahora mismo, ahora que el tiempo se agota. Porque aunque sea un experimento sientes algo de realidad. Un vacío que te llena que te apresa. El final del tiempo que a todos nos llegará. Una luz que quizás no exista y que hace que mis dedos duelan. Duelan más de lo que lo han hecho nunca. Porque tengo que escupir palabras. Me gustaría decir nombres y no hace falta decirlos... porque estas palabras van directas a quien tiene que leerlas. Y creo que tan sólo diría gracias, gracias por todo, por la vida, por haberme dado la oportunidad de vivir. Gracias por permitirme partir, por permitirme este silencio que me hace perder tiempo. Y me quedo callado y miro mis dedos y los dejo fluir, porque ni siquiera tengo fuerzas para llorar, porque necesito que me recordéis. Que sintáis mi aliento contra la pantalla, mi mirada fija en vuestros ojos. Sentid mi desesperación por todo lo que no está dicho, por todo lo que quise decir y no me dejaron, por todo lo que no me dejé decir. Sentid mi pasión, mi amor, mi represión, mi duda, mi aceptación, mi libertad... sentid la poesía que nunca aprendí a escribir, la novela que quedó por imprimir, la película que dejé de imaginar, sentid, sentidme y, quizás, me regaléis un minuto más... sólo un minuto más... y me dejo ir... me dejo... porque mis puntos suspensivos se dejan ir para siempre y os los dejo, porque no quiero ser interrumpido por un final que no he elegido... os dejo... os dejo yo... dadme la mano


Y en "dadme la mano" se terminó la batería. Todo quedó en negro y las palabras cortadas. La sensación fue extraña... ese no poder decir más, de vacío, de final... Afortunadamente para mi no era el final, pues al llegar a casa he podido conectar el ordenador a la red eléctrica y seguir escribiendo, seguir con esta vida virtual... esta vida en serie. Creo que este tonto experimento podría enseñarnos algo... que el tiempo es como una batería de la que no sabemos su capacidad. Que no es como los ordenadores que nos avisan que nos quedan diez minutos. No nos da la oportunidad de hacer aquello que deseamos a toda velocidad, no nos regala el don de planear. Igual podríamos vivir como si esa batería siempre estuviese al límite.. pero sin obsesión, sin miedos... pensar que los abrazos son los abrazos, que los debemos dar ahora, en este instante porque mañana, dentro de un segundo, igual ya no pueden ser. Que la sonrisa de nuestros hijos son distintas cada vez, que son únicas y que si las dejamos pasar, igual no las veremos más. Que el sol sale todos los días, pero nos regala diferentes luces. Que la gente vive y tiene sus problemas, pero son personas y tienen tantos derechos como nosotros. Que los animales no son de nuestra propiedad y no tenemos el poder de decidir sobre sus vidas, así que quizás podríamos disfrutar de sus regalos. Que igual podríamos sonreír más... podríamos reír más, podríamos suspirar más, amar más... que puede que si miramos a los árboles los veamos llenos de hojas, aunque sea otoño, que si intentamos escuchar en la ciudad, distingamos el sonido de los pájaros...  No sé si os servirá de algo este experimento, pero os animo a hacerlo... escribid durante un minuto.. ni más ni menos... como si fuese el último de vuestra vida... si queréis extendedlo a dos... decid lo que podáis, lo que queráis... a toda velocidad... poned incluso el despertador para que el ruido dé fin a esa vida virtual... y dejad de escribir... mirad donde se ha quedado, que ha quedado por decir, por hacer... puede que aprendamos un poco, un poquito más... a atesorar cada momento... a disfrutarlo y a dejar de preocuparnos por lo que hacen los demás y más por lo que hacemos nosotros... a intentar que esta vida sea un poco mejor y que este planeta, que NO nos pertenece aunque nos lo creamos, siga floreciendo y siendo lo que tiene que ser... UN PARAISO...

Os mando un abrazo de esos que sabe a pasado.... y puede que... a futuro...

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